La niñez olvidada

Su presencia en las estadísticas de maltrato, muerte y desnutrición, revela el abandono en el cual se encuentra la niñez guatemalteca.

Las noticias no permiten evadir el tema. Casi la mitad de las niñas y niños guatemaltecos entre 7 y 9 años sufren desnutrición. Uno de los indicadores de esta desastrosa condición en la cual se encuentra la niñez, es la disminución de la talla promedio. Es decir, se está produciendo una especie de involución del desarrollo físico de nuestras niñas y niños, provocada por el abandono al cual los han condenado quienes han gobernado el país o han influído en sus gobiernos.
Para que este indicador específico muestre cambios, deben haber transcurrido muchos años. Por lo tanto, queda en evidencia la negligencia criminal de todas las administraciones del período democrático, cuyas prioridades han estado centradas en la explotación de los recursos del Estado para favorecer sus propios intereses, dejando en el abandono a la población de escasos recursos, postergando planes de desarrollo comunitario, desviando fondos destinados a alimentación y aprovechándose de la complicidad de quienes manejan las leyes para apañar sus desmanes.
En este caso no se trata sólo de corrupción. El fracaso de las clases política y económica, su indiferencia ante la crisis a la cual han conducido al país y las dimensiones de su negligencia, escapan a toda calificación. El horror que vive la población, la paranoia que paraliza sus actividades cotidianas, su decepción ante las promesas incumplidas y la impotencia frente al descaro de los funcionarios corruptos que evaden la justicia y disfrutan abiertamente del dinero robado al pueblo, comienza a perfilarse como un crimen de lesa humanidad.
Hoy, quienes pagan la factura de tanto lujo mal habido son esos 200 mil niños de primer grado, a quienes deben sumárseles otros tantos miles que ni siquiera pueden asistir a la escuela. A ellos, añádanles los recién nacidos con bajo peso, hijos de madres desnutridas que ni siquiera podrán amamantarlos. Y a ellos, agréguenles ese enorme contingente de adolescentes sin oportunidades, cuyo deseo de vivir debe haberles permitido sobreponerse al hambre y a las condiciones de su infancia precaria.
Ese es el verdadero paisaje del país de la eterna primavera. Una nación cuyos políticos, al no concebir el poder sin su aderezo de corrupción e impunidad, han hundido hasta apagar todo eco de rebelión y toda posibilidad de un cambio sustantivo, un cambio con olor a democracia.
¿Cómo extrañarse, entonces, del destino de miles de niñas y niños que, como denunció Carlos Castresana “son secuestrados, vendidos, violados y traficados”? En este escenario desolador, la promesa gubernamental de dar cumplimiento a las Metas del Milenio no es más que una broma cruel.

Uno más uno

Es un simple ejercicio de aritmética, ni siquiera una investigación profunda; sólo contar uno más uno, más uno, más uno, hasta perder la perspectiva.

Cualquier periódico sensacionalista sirve para ejercitar la sumatoria básica diaria. En tres días promedio de una semana como cualquier otra, la lectura de la nota roja nos echa a la cara una realidad de violencia y anarquía, reflejada también en las conversaciones diarias, en los correos electrónicos con advertencias sobre asaltos en calles y centros comerciales, en el relato angustiado de más de alguien muy cercano que lo vivió en carne propia.
En sólo 3 días, se produjeron cerca de 50 sucesos de extrema violencia. En el primero, hubo cuatro heridos por el estallido de una bomba casera dentro de un bus del transporte colectivo; un asaltante muerto; una adolescente asesinada mientras dormía; un hombre muerto a balazos dentro de su vivienda; otro muerto –esta vez un joven atacado a balazos- y dos heridos en el mismo incidente, y dos mujeres atacadas a tiros con el resultado de una muerta y la otra herida de gravedad.
Eso no es todo. A machetazos asesinaron a una anciana octogenaria en alguna aldea del interior, mientras dos hombres eran abatidos a tiros en otros incidentes que ya ni siquiera destacaron en la agenda noticiosa.
El día anterior a ése, hubo 11 hombres asesinados en distintos sitios, por diferentes causas, la mayoría por proyectil de arma de fuego. A eso debemos añadir otros tantos heridos de bala; una mujer golpeada hasta morir y luego degollada; una pasajera de autobús muerta de un balazo en medio de un asalto; otra muerta más, pero esta vez atacada por su esposo en el interior de su vivienda y una mujer víctima de violación cuyo cuerpo mostraba señales de estrangulamiento.
Llevamos hasta ahora sólo 2 días, falta el tercero, cuyo saldo fue un joven asesinado a tiros; un hombre muerto por heridas con arma blanca; un hombre asesinado por sus presuntos secuestradores; una mujer herida de bala en otro asalto a un autobús; un hombre y un niño heridos en un ataque armado perpetrado por dos adolescentes, durante cuya captura se encontró un arsenal de armas y proyectiles de grueso calibre; una mujer y un maestro asesinados a tiros en diferentes episodios; otro hombre muerto frente a su casa y otros más silenciados para siempre a golpes y a punta de balazos, como ya es costumbre.
La idea de este ejercicio es llamar la atención sobre la urgencia de restaurar la integridad del sistema judicial, cuyas debilidades ponen en grave peligro a la Nación. Advertir sobre la necesidad de invertir recursos en el equipamiento y capacitación de la policía, combatir la corrupción entre fiscales, jueces y magistrados y forzar una toma de conciencia sobre esta terrible amenaza contra la seguridad de todos.