Nuevas aventuras en la red

Accedí a abrir una página en Facebook a instancias de Tania. No me imaginé el universo que se encuentra en esos ámbitos. Gente de todas las generaciones a pesar de que la mayoría pertenecen a la nueva y los de antes nos sentimos un poco ajenos, como si estuviéramos invadiendo un territorio extranjero.
Pero entre una cosa y otra, es divertido hacer álbumes de fotos y aprovechar la ocasión para sumergirse en una búsqueda de imágenes olvidadas en el disco duro y en los álbumes guardados en un closet. Allí rescaté a mis viejas tías, a mis parentes más cercanos y también aquellos de quienes ni siquiera recuerdo los nombres.
Además están los viajes, las fotos de compañeros de ruta cuya existencia no ha dejado una huella muy profunda, y esas caras que jamás dejan de traernos buenos recuerdos.

La foto fue tomada durante una cena en el Cap Ducal, uno de los restaurantes más famosos, más antiguos, pero sobre todo uno de los mejores de Viña del Mar

Territorio narco


La invasión territorial de los grupos de la droga influye y afecta en las decisiones de los Estados.

Nunca se había visto con tanta evidencia el efecto de la expansión territorial de los carteles de la droga como el año que recién terminó. Se sucedieron las matanzas entre grupos rivales con todas las características de la violencia extrema que caracteriza a estas pandillas: cadáveres decapitados, quemados y con señales de tortura; policías involucrados en el encubrimiento de las huellas y dinero a montones circulando en todos los estratos del sistema judicial.
Lo que se avecina no es para nada esperanzador, los carteles de la droga han alcanzado –en México, Guatemala y otros países del continente- un poder de dimensiones épicas gracias a su ilimitada capacidad económica para comprar toda clase de voluntades y pases de salida en las cárceles a las cuales rara vez van a dar.
El problema, entonces, es ver el cuadro completo y vislumbrar alguna salida. Desde hace muchos años, se discute sobre la posibilidad de que la legalización de la droga permita reducir los efectos del tráfico. Muchos se oponen; unos por razones morales, otros por razones políticas, pero también lo hacen quienes obtienen provecho de esta actividad, ya sea por estar involucrados en ella o por recibir jugosos sobornos.
Sin embargo, cualquier inciativa tendente a eliminar esta fuente de violencia está condenada al fracaso en tanto no se ataque de manera frontal el problema del consumo. Y Estados Unidos, junto con Europa y los países orientales, son los grandes consumidores de todas las variedades posibles de droga. Esto hace que ante una demanda tan intensa, los productores expandan su negocio en todas sus fases, desde la producción hasta la venta al detalle, aceitando los procesos con millones de dólares que impactan pero no se registran en los indicadores económicos de los países.
Legalizar la droga implicaría cambiar por completo el escenario de toda esta cadena. Al mismo tiempo, revelaría la dimensión de sus redes de distribución y haría más accesible la información sobre los procesos de producción.
Pero no existe estrategia posible ni política, ni económica, ni policial contra el poder de los carteles mientras no se realice un operativo multinacional efectivo, blindado contra sus sobornos, entrenado al nivel de sofisticación del cual hacen gala las redes del narcotráfico.
Todo el mundo está en riesgo, pero de manera puntual América Latina, cuyas instituciones son vulnerables a la corrupción en sus más elevados estratos y muy especialmente en sus ejércitos regulares y cuerpos de policía. La amenaza no está latente. Ya está presente y ha tomado posesión de los territorios con una celeridad y eficacia que ya se quisiera observar en los mandos estatales.

Pesimismo positivo

Empezamos enero esperando algo mejor, motivados por el estereotipado espíritu del cambio de año.

Tengo una hermana escéptica por naturaleza. Su saludo de fin de año desde la helada Europa, fue algo así como buena salud, buen humor y pocas penas, lo cual ella llama con mucho acierto un estado de “pesimismo positivo”. Por lo tanto, no hay que llegar al extremo de ser optimistas, dadas las circunstancias, pero guardemos alguna esperanza.
En Guatemala el pesimismo positivo vendría siendo como la conciencia de nuestros males, con la actitud de enfrentarlos y vencerlos. Toda una inmersión psicológica en la vida cotidiana de este país del cuarto mundo con sus aberraciones políticas, sus esperanzas frustradas, sus indicadores catastróficos y una población resistente a la adversidad como pocas.
Así es que he decidido seguir el consejo de mi lejana parienta y comenzar con un sacudón a mis agoreros presentimientos para reemplazarlos por el augurio de mejores tiempos. Esto no es porque se me haya pegado el espiritu navideño y esté viendo esferas de colores, sino porque hemos llegado tan pero tan bajo, que la única posibilidad es comenzar a remontar desde los abismos.
Un buen augurio viene siempre precedido por un análisis de situación. Dado que con relación a las acciones de los gobernantes no tenemos el privilegio de contar con la información básica para hacer ningún análisis serio, no queda más que especular respecto al rumbo que seguirán las decisiones de Estado.
En el tema de seguridad, se reforzarán las estrategias en contra del narcotráfico y probablemente el ejército asuma un papel muy protagónico en este campo. No hay otra salida, porque toca de cerca las relaciones con el nuevo gobierno estadounidense y para éste es prioritario, dado su impacto en sus relaciones con México.
En lo relativo a programas de desarrollo social, quizás finalmente se consoliden algunas líneas de acción un poco más efectivas para combatir los flagelos del hambre y la desnutrición, así como para ampliar las coberturas en salud y educación para la población más vulnerable. Para ello, Sandra de Colom su marido tendrán que demostrar la capacidad de ejecución de las instituciones a su cargo y probar su liderazgo de manera mucho más consistente y firme que hasta ahora, aunque sin rebasar sus límites de autoridad.
Si sólo esto se pudiera realizar, podríamos decir que el país comienza a retomar el rumbo perdido. Sin embargo, los poderes clave para garantizar un cambio en la política nacional están aún en trapos de cucaracha y no parecen estar dispuestos a cambiar. ¿Se da cuenta? esto es a lo que mi hermana llama “pesimismo positivo”.